Cascabelito
blanco
té de boldo
te enterraste en la nieve
los pájaros hambrientos
cotorritas tropicales
en las simetrías del castaño
Detrás
sonaba Monteverdi
Dolcemente dormiva la mia Clori
y se detuvo
el tiempo
en el momento exacto
de la brujería
Se incendiaron las torres
de Amsterdam
los relojes desde el agua
por los puentes de Grachtengordel
las gaviotas
los mirlos amarillos
se derriten
detrás de las ventanas desiguales
Nieva
los jardines formales
del Siglo de Oro
en el Museo van Loon
el salón
que Ferdinad Bol
soñó en 1672
Por el barrio judío
el llanto
de los patos congelados
el filósofo
profano
música antigua
y llegó el invierno
detrás de la sinagoga sefradí
las palmeras en macetas
los bosques futuristas
de hojas fosforecentes
mientras
se van cerrando
las compuertas
para detener
la inundación
que se tragó
la ciudad
fantasma
El secreto de
la casa
partida
anexo
caracol
gato encerrado
por las escaleras empinadas
se pudren
las verduras
mientras el árbol
sigue su
ciclo en flor
falta espacio
las ranuras que se agrietan
hacia la la puerta estante
en las habitaciones compartidas
mientras la radio suena
su música preferida
mira
por la pequeña ventana, el cielo
la luna
se ha partido
las estrellas boreales
que no le pertenecen
la ciudad humeante
escribe
y en el encierro
perfora la Historia
hasta hacerse invencible
si supiera
que se le ha acabado
el tiempo
pero el diario continúa
nombrando las cosas
por su nombre
como único
espejo
del escondite profanado
Y vuelve al ático
para desprenderse
de su cuerpo
para sacar las manos, por la ventana
hasta que el sol
la devuelva
a la inmensidad
de lo querido
Entre los rincones
del apartamento
la muerte acecha
detrás de las puertas
entre las plantas en macetas
debajo de las mesas
Imagina el pasado
la vida compartida
el piano, las ventanas abiertas
los pájaros
atrapados
Pero el tiempo
le ha jugado una mala pasada
lo imaginó eterno
Por eso la cubrió de flores
como una estatua siciliana
y cerró las puertas
y le preparó la última cena
y le dió el beso de despedida
y tapó los espejos
para salir juntos
por las calles
a recordar
el amor
que los unió
para
siempre
Ahora
que empezó la noche
desaflojamos
picaportes
para hacer entrar
los abedules
se llenó de música
el ropero
para cuando
los zapatos en macetas
derritieron
las últimas uvas de la trepadora
Mientras los pescaditos
dormían
debajo de las algas congeladas
la casa vacía
los retratos negros
discutían
el momento exacto
en que se detuvieron los relojes
Erithacus rubecula
le habla a las estrellas
Parus major
mascaritas pintadas
Si pudiera
decir con palabras
que un barco partió de mí
hacia el fondo
del invierno
en los estantes
cargados
de libros-insectos
Y así
fue deshaciéndose
el cielo
que
delineó
los árboles
sin flor
En la imaginación
la música presente
como los cetáceos encinta
el desierto
en las calles
laberinto
de Londres
Nieva
y el pasado
que se volvió
repetición de la ausencia
compartida
Precipita
la caída
se desploma
en el fondo
de su propia
inocencia
Canta, la curruca
capirotada
A la hora acordada/ cuando desaparecieron las sombras/ crepitaban las manos/ tazas de té/ Inquilina/ Babitas de terciopelo/pero al frente/la inmensidad de los colores de caoba/ oscura, la desalmada/ los insectos disecados/ que enmarañaron/ Tinta china/ Sobre los reflejos/ del espanta-pájaros/ el instante que marcó/ honda la noche/ Los bosques incendiados/ hacia el anochecer/ que se habían hundido hasta el desencanto