Roma

by Leo Boix

Se encontraron en Campo dei Fiori del otro lado del Palazzo Farnese Ella llevaba una copia bien doblada del Corriere della Sera recién comprada en un puesto sobre la Vía del Corso Él tenía un sombrero bien negro de pana que le tapaba la sien y los pelos detrás de las orejas recogidos Bien peinados El día era muy claro y no había nubes en el cielo celestísimo pero hacía ese frío invernal romano Un viento fuerte cruzó la plaza Miró el reloj un poco desvencijado con las agujas doradas y los números en negro Eran las cinco de la tarde Un grupo de turistas se reunía en el café “La Vinería” a tomar unas copas y a sacar fotos al famoso barrio de las historias macabras de Lucrecia Borgia  Una mujer con dos niños cruza la piazza hacia el río Tíber Una anciana camina despacio con un bastón para hacer su recorrida de las tardes Volvió a mirar el reloj un poco preocupada porque era tarde porque había quedado cerca de las 4.30 y ya había pasado más de media hora ¿Y si le hubiera pasado algo? ¿Y si en lugar de haberle dado la pista para encontrarse allí hubiera entendido mal? Esperó un rato nerviosa pensando que tal vez se hubiera arrepentido Pero el sólo hecho de pensarlo la impacientaba aún más Se dio diez minutos El hombre del sombrero oscuro apareció por una calle lindante a la Piazza del Paradiso hacia el Corso Emanuelle II Venía nervioso mirándola como imprudente sabiendo que llegaba tarde y que ella estaría allí esperándolo Se acercó y sin decirle nada ni siquiera saludarla le indicó que se sentara en uno de los cafés que hacían esquina con la Vía Cappelari Ese verano había sido particularmente caluroso en Europa Hablaban de 10.000 muertos en París y de turistas bañándose en el Támesis Por eso el invierno llegó con vientos del norte llevándose el recuerdo de lo que había pasado Él le dijo que abriera el diario y que hiciera como si leía como si se hubieran encontrado por casualidad y no le importara su presencia del otro lado de la mesa de madera Llegó el camarero Tomó la orden y salió como si nada El café estaba poblado de estudiantes y de turistas Entonces comenzó a hablar y le contó lo que habían hecho con la casa en Murano y donde habían depositado el dinero de la Condesa No quería que sospecharan que la venía a ver a ella para conseguir parte de la plata de la venta y temió que alguno de los sirvientes de la familia Cunningham lo estuviera siguiendo Se había levantado muy temprano ese día a pesar del frío y llegó a la estación Termini a las 7 de la mañana Compró el diario La Repubblica y se tomó un espresso con leche en una cafetería que encontró desierta Iba con lentes oscuros porque le parecía que lo descubrirían Dio vueltas por la Piazza del Cinquecento y bajó por la Via Nazionale hasta el palacio del Quirinale desde donde vio la ciudad con sus cúpulas y sus iglesias Se detuvo a ver en detalle la iglesia de San Carlo alla Quatro Fontane de Borromini Siempre que volvía a la ciudad visitaba la iglesia barroca Le impresionaba esa fachada oblicua y curvada Los aleros de la ventana las dimensiones extrañas y las formas en curvatura Si hubiera tenido una cámara fotográfica hubiera tomado una imagen de ese edifico tan extraño donde venía a rezar con su madre los días de Cuaresma Estuvo dando vueltas por la Villa Borghese imaginándose la vida en el siglo XVI compró un panini fresco que comió rápido y cuando descubrió que ya era la hora bajó al Campo dei Fiori por la Piazza del Popolo para verla a ella Para decirle lo que había pasado con la mansión de Murano y donde había depositado el dinero Se había puesto un sombrero negro para que no lo distinguieran porque por aquellos años los hombres solían llevar sombreros Nadie lo seguía De eso estaba seguro