Lismore
by Leo Boix
El río ennegrecido, pasto esmeralda
How do you do?
el conde vestido de Carmarán
con los ojos llenos de vidrio
picotea sobre la mesa de Pugin
los tapices que hablan
molinos, la granjera se refleja
cuando en las habitaciones
desbordadas
los invitados
escapan etiqueta, la conversación
Las torres neogóticas
hechan sombra
hacia el precipicio
los niños escondidos, en la casa del gigante
How lovely
dice la duquesa
mientras vomita las perlas
zapatos de oro
los extranjeros se mezclan
con el mayordomo
de cuatro ojos
y manos de mármol
la mesa puesta
brillan los saleros de plomo
las copitas llenas, el cristal
afuera se pudren
los rododendros
y los pinos negros
en el baño de Fred Astaire
las formas geométricas
la siesta se escurre
a la hora del té
scones verdes
los artistas, se ríen
cuando aparecen los cuervos
entre los espejos
debajo de las patas
de las mesas caoba
entre las bibliotecas
hay fuego
en las chimeneas de gigantes
tanto tronco
Liliput
la ceremonia de la cena
aparecen
las velas encendidas
masticamos palabras
hacia un lado
y hacia el otro
los enanos debajo de la mesa
el Blackwater
sin que nadie se diera cuenta
se apagó de repente
y en los pasillos
el castillo se extiende
como el sueño
sostenido
por los andamios
de ambos lados
donde durmió Jaime II
y la excéntrica Georgiana
caminó dormida
maniquí de plástico
pero llegó la hora de irnos
ajustamos los relojes
de ébano
para despedir
a los espantapájaros
los bolsos deshechos
se abre la compuerta
como
por arte de magia
Oh Lismore!
olvidamos
los cepillos con dientes
arruinados
tanta espera
los mayordomos se ríen
para adentro
detrás de las puertas
y el río va rápido
se llevó
a Penélope
con la voz de erizo
afuera
la mole de piedra, arruinada
cascarita
se fueron los pájaros
embalsamados
His Grace
seguía como el muerto
en el castillo
troquelado
Caballero de a pie armadura
que escapó hacia los jardines
cuando se encendió la noche
será por eso
que del otro lado del río
las flores se abrieron
fosforecentes
por tanto hierro
en el puente las arcadas
la memoria
de sí mismo
desde la ventana
allá arriba
hacia
la inmensidad
de todo lo ajeno